El talento siempre ha sido un bien escaso, pero hoy las empresas son plenamente conscientes de que, en una economía globalizada, la competencia por atraer y retener talento es mucho más amplia y dura que antes. Las nuevas generaciones de profesionales ya no valoran solo la retribución salarial a la hora de elegir dónde trabajar. Factores como la flexibilidad, el teletrabajo o el compromiso con la sostenibilidad o el cuidado por la empresa de los miembros de su plantilla cobran cada vez más importancia.
Últimamente, uno de los incentivos más habituales que las empresas ofrecen a sus empleados es el seguro de Salud. Y no se trata de un plus cualquiera, se trata, según la opinión de los propios interesados, del beneficio social mejor valorado por los empleados, por encima incluso de otros como los días extra de vacaciones o los viajes de incentivo. Por tanto, no hay forma más eficaz que un seguro de Salud para demostrar que la empresa se preocupa por el bienestar de sus empleados, lo que redunda en una mayor capacidad para atraer talento, una mejora de la satisfacción y la salud de los empleados y les permite más flexibilidad para sus citas médicas, lo que se traduce en más posibilidades de conciliación.
Pero, además, la contratación por parte de la empresa de un seguro colectivo de Salud tiene también implicaciones económicas. Si la empresa asume el coste del seguro, el gasto se podrá deducir del Impuesto de Sociedades hasta un límite de 500 euros por empleado. Si, por el contrario, se considera retribución en especie y son los trabajadores quienes pagan la prima, el importe se deduce del salario, de forma que se reduce su base imponible. Así, el seguro de Salud se convierte en un elemento destacado dentro de las diversas opciones para diseñar una estrategia de retribución flexible.